Con trocitos de papel-plata de las chocolatinas que meriendas, has compuesto mi silueta de sirena.
Brillante.
¿Así me ves, mi amor?, ¿así de linda?
¿Inventada sin prisa tarde tras tarde con el envoltorio desarrugado, estirado y planchado de tus
/chocolatinas?
Yo también me veo así ahora que ando en reconstrucción.Encalando la casa.
Arreglando el jardín que planté a la entrada.
Esmerada en detalles que jamás cuidé porque eran otros tiempos en que la vida
corría fuera y no dentro de la casa.
Ardía.
Y ahora…
Ahora todo lo importante va de la mano, y lo urgente
sigue haciendo ruido pero sin sorpresa.
Como en los antiguos dibujos animados que pasan por televisión:
el gato abre la boca, engrandece sus ojos, pone cara de espanto y un instante después
llega el grito.
Estridente.
Largo.
Predecible.
Así es por fin el ruido que nos acecha;
el ruido de las urgencias que nos acechan.
II
Tiene mi casa, mi linda casa cuarenta otoños a sus espaldas.
Cuarenta otoños de mover muebles, de llenar las paredes de recuerdos, de mutar lo bello en práctico.
¿Cómo ha pasado el tiempo?
Apenas fue ayer cuando llegaste
y veo ya el mañana en el que partirás.
La misma sorpresa que acompañó tu llegada nos arrasará en tu huída.
Vendrá el tiempo de las visitas;
el tiempo medido con el reloj de las visitas.
Merece la pena haber llegado hasta aquí.
Y merece la pena haber llegado hasta aquí contigo.
Merece tanto la pena que me emociona el hecho de pensarlo.
La vida arde.
Arde en esta tarde cualquiera en la que tú, has dispuesto los trocitos más lindos de las
/chocolatinas que meriendas
para reconstruir en un simple papel,
la mujer que llevo toda una vida inventando.
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