Guardo una sirenabajo la piel que me envuelve
y protege.
Tumbada en el sofá
me pellizco un plieguecito
y tiro.
Uno por aquí,
otro por allá
Ahora que tú no estás para corregirme el vicio
y decir que me dolerá, que escocerá;
que me quedará marca.
Es tan hermosa que no ceso de mirarla,
de asomarme a ella.
Sigo dejando charcos, charquitos de agua salada
por si vuelves a buscarme
para que esta dermis no te engañe
y este olor no te confunda
y este llanto no te espante.
Para que me reconozcas
sin tener que arrancarme la piel a jirones
y desaparezca este vicio.
El dolor.
Este escozor que solo deja marca.
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