jueves, 30 de octubre de 2014

TOCAR EL VIENTRE DEL POEMA.


Tocar el vientre del poema… Tocar el vientre del poema y saber, de pronto, que has tocado el vientre de un poema.
Que estás. Que tu frío está abrigado en ese hueco cálido y protector, y que es ahí donde has querido estar siempre: de la luz, a la luz más bella. Como si cupieras en él de un modo tan reparador y exacto, que excita. Hay algo eléctrico en todo esto. Sientes una embestida. Tu piel posada -indivisiblemente- en el vientre del poema: de la luz, a la luz más bella, piensas. Estás en el lugar donde el poema custodia sus silencios, donde todos los versos del poema, se convocan. Has tocado el vientre brillante de un poema y ya solo deseas tocar el vientre brillante de todos los poemas, para siempre.
No podrás leer poesía de otro modo.
Es más, hoy sabes que no hay otro modo de leer poesía.