Comienza la estación de las Frutas de agua en Ciudad Fragilidad.
Odio que esta ciudad viva con tanta intensidad sus estaciones, sobretodo la de las Frutas de agua. Aborrezco este calor exasperante que condena la ciudad al silencio y la despuebla como una peste asoladora.
Arde Ciudad Fragilidad suspendida en un paréntesis letal cuyo único resquicio de vida es el monótono cantar de las chicharras.
Cae al fin la noche y engrandece el murmullo bajo la nocturna tregua mientras las calles recuperan su pulso. Gentes que pasean, que llenan las terrazas de las cafeterías del Paseo de La Pólvora, ruido de coches, de niños jugando en los parques, de tertulias a la puerta de las casas. Vibra Ciudad Fragilidad ansiosa por robarle a la oscuridad lo que el día le negó. Y nosotros -
my love- que estamos mojados, que siempre anduvimos mojados, paseamos como dos noctámbulos más por la bella Ciudad Fragilidad.
Pero echamos tanto de menos la lluvia,
la añoramos tanto que dudo si lograremos sobrevivir a la larga Estación de las Frutas de agua
en Ciudad Fragilidad.