Aprecio la tozudez de mi cuerpo en responder diligente
a los excesos. (Antes placeres, ahora excesos).
Fumar un cigarrillo al despertar, beber generosamente un buen vino, bailar la noche entera, hacer el amor cinco veces seguidas, pasear durante horas por la huerta en bicicleta o surfear un día de mar brava.
Ahora que estoy educada con exquisitez y devoción en estos gozos,
cumplo cuarenta y dos años y debo recibirlos
con gran celebración
y en dosis no letales.