A los pies de una mesa repleta de frescas viandas, trajo
el único animal verdadero en aquella velada estival,
una cría de pájaro entre sus fauces felinas.
Observé la escena con horror: entre el asombro
y la repugnancia, como el resto de los comensales,
mientras mi hija le arrebataba a nuestro gato la presa
para ponerla a buen recaudo,
y sanarla.
Durante días yo también llevé aquel maltrecho pájaroel único animal verdadero en aquella velada estival,
una cría de pájaro entre sus fauces felinas.
Observé la escena con horror: entre el asombro
y la repugnancia, como el resto de los comensales,
mientras mi hija le arrebataba a nuestro gato la presa
para ponerla a buen recaudo,
y sanarla.
entre los dientes; intentando digerirlo. Engullir
el amasijo de plumas y sangre que asomaba a mis labios.
¡Qué inconsolable dolor comprender,
con tanta torpeza, lo que el instinto de mi gato mostró,
con más acierto y compasión!
Somos las bestias desairadas del paraíso: animales
torpes para la caza,
pero diestros y certeros en el asesinato.