viernes, 18 de mayo de 2012

EL DESCANSO DEL GUERRERO (YO SOY UN PAÍS)


Siento debilidad por El Guerrero.

Me dirás que ando enamorada… No sé. Nunca antes di con alguien que recibiera mi cóncavo cuerpo con tal exactitud en su convexa forma. Dispuesto para mí de un modo preciso, casi matemático diría yo. Descansa cada átomo de mi terco fuselaje en su perfecto lomo, como si así estuviera amasado desde siempre para mi peculiar forma.

Se tumba de costado y como imán que atrae al metal,

como tierra de labor sorbiendo lluvia,

poso mi cuerpo sobre su espalda formando un uno indivisible y cálido.

Yo no sé muy bien contra qué lucha El Guerrero, pero adoro la forma en la que se reconcilia con el mundo tras sus pequeñas batallas. Yo le llamo cariñosamente, El Descanso del Guerrero. Me gusta llamarle así y creo que a él también.

Jamás me trae flores cuando viene a casa a cenar. Y yo -pésima cocinera como bien sabes- dispongo la tarde para preparar el ágape con el que agasajarle. Desatiendo otras tareas para dedicarme, en cuerpo y alma, a esta minuciosa ceremonia. Cuido con esmero todos y cada uno de los detalles que convocan la armonía en tales encuentros. Es una labor llena de ternura y matices. Deliciosa.

Las velas perfumadas del jardín, las servilletas malva de papel fino-finísimo que despachan en la tienda de menaje de la Calle del Agua, las copas traslúcidas, impolutas, secadas con trapo de lino para despertar el brillo…

Él llega con las manos en los bolsillos como quién pasa por casualidad y para sin más. A charlar, por ejemplo. Adoro que convoque el mundo con esa sencillez.

Desde hace meses se ha aficionado a la cámara de filmación que compró en la Tienda de Objetos Olvidados de Ciudad Fragilidad. Va con ella a todas partes registrando el mundo como si los ojos le mintieran y necesitara ese artilugio para disipar la impostura.

Graba todo.

         A mí también. 

Unas veces bajo petición expresa, otras sin yo advertirlo. Luego, me regala su obra. Montada con esmero como un ramo de flores donde cada especie y color es elegido por algún motivo y no al azar.

Instantes de mi vida embellecidos bajo una luz calibrada,

dispuestos en una hermosa melodía;

cosidos con ritmo y destreza.

(Soy poema).

Enfoques y desenfoques que devuelven una imagen nueva de mí para mí.

Me veo linda en esas rutinas que él registra. Cóncava con este convexo mundo en el que, hasta hoy, creí imposible posar mi maltrecha alma de modo tan exacto y reparador.

Debe ser amor my love. Vos sois más sabio que yo y así lo nombráis.