Os dejo uno de los textos que leí y mi deseo de que nos juntemos por otros motivos. Aunque de haberlos, me siento orgullosa de poder contar con público y poetas dispuestos a auxiliar a quienes lo precisen.
EL PAÍS DE LOS MUTILADOS (carta desde el
frente). De "Yo soy un país". Raspabook.
Esta
ciudad no tiene pájaros
(ni
poetas).
En
esta tierra dios ha perdido la vergüenza, y celebra desatado su fiesta en todos
los rincones y almas. Aquí, todo está roto. Y lo que no lo está, llama con su
entereza insolente, a la desgracia. Es difícil explicar la guerra.
Desde
que partió El Fabricante de Juguetes de Ciudad Fragilidad, quedé sin sueño.
Sin
risa,
ni
magia.
Presa
de un letargo que inventó un yo
sin
mí.
Supe
por sus cartas que se le estaba gangrenando el alma. Y a mí, sin él en Ciudad
Fragilidad, también.
Deseo
ardientemente retroceder en el tiempo. A nuestras tardes de charla en la
trastienda de su juguetería de la Calle del Agua, mientras él fabricaba
cachivaches y yo les inventaba historias para que no llegaran a este mundo
desnuditos y absurdos. O cuando me contaba con su peculiar acento, cómo se
incendiaba de luz el horizonte al atardecer en su país. Ese que ahora lo
reclamó tras escupirlo hace años hambriento e ignorante.
Tardé
semanas en encontrarle. En El País de los Mutilados nadie sabe de nadie. Ni
siquiera de los que aman saben. La tarde que nos hallamos fue tanta la alegría,
que creímos que nada nos volvería a mojar de tal modo. Ni siquiera la lluvia.
Esto,
básicamente, consiste en matar al enemigo. Cuando el enemigo sea exterminado,
la guerra acabará. Pero todas las mañanas hay enemigo, así que hemos dispuesto
salir juntos para acabar antes y emprender el ansiado regreso.
Te
envío una foto de nuestra casa. Una casa des-casada, desprovista de todo lo que
algún día la hizo casa. Aquí pasamos las horas que no dedicamos a la guerra
intentando recomponer las fuerzas que jornada tras jornada apuramos. Tumbados
en el catre que El Fabricante de Juguetes ha construido en nuestra des-casada
casa, dónde solo las ratas parecen celebrar la vida, enumero palabras lindas.
El silencio se deshace y vuelan por el cuarto las palabras hasta que caigo
rendida y sueño que nos llueven suavemente.
No
seré poeta, my love. Escupo balas.
Desde
que llegué al País de los Mutilados un metálico sabor se me agarró a la
garganta y no consigo desprenderlo de mí. Han muerto los pájaros de mi boca.
Bien
me lo advertiste my love, la guerra
no es sitio para poetas. ¿Y para quién es sitio esta tierra roja?
Para
quién este país que exhuma sangre, bebe sangre, abona sus campos con sangre,
baña a sus hijos con sangre, cuida sus charcos sangrientos, revienta vidas con
balas, escupe su rabia roja en las tapias, en los rostros… ¿Para quién my love? ¿Para quién este camposanto?
Añoro
regresar.
Y
no dejo de preguntarme quién reparará mis manos que saben ya de la sangre.
Quién
devolverá la magia al Fabricante de Juguetes; ahora El Fabricante de Juguetes
Rotos.
Quién
dará la bienvenida a esta poeta muerta con la que regresaré a Ciudad
Fragilidad.
Deseo
tanto volver my love, que mataría por
ello.
Mato
por ello.