DONDE DUERME
EL DOLOR DEL MUNDO
No pondré
flores sobre la tierra fresca
que ahora os
guarda. No sabría
dónde
plantar la simiente, en qué selva
hincar las
rodillas, y escarbar.
Es miserable
esconder a los muertos.
Nada hay más
triste que un cadáver
sin flores.
Quedará esta
selva profanada y yerma, desposeída
del don que
la hizo vientre de bromelias
y lilas,
expiando su negra pena.
Imagina su
dolor…Imagina la tierra
-génesis,
leche y sostén- de los que la habitan,
violada en
su útero húmedo y fresco, para ser
guarida del
rencor.
No lo
entiende. Grita
hinchada y
pútrida, ¡Aquí yace vuestra vergüenza!
¡Aquí duerme el odio del mundo!
Se deforma.
Todo el paisaje se infecta de ampollas
que supuran
un hedor
fosforescente y ácido.
La epidermis
de esta selva está enferma. Condenada
a esconder
en su vientre la rabia de los hombres,
se pregunta:
¿De qué lado llegará la luz mañana?
El dolor
tiene memoria.
Para la
tristeza todos los días son el primero.
También la
culpa tiene memoria y no olvida
a los
verdugos.