Cuando entendimos
que la noche volvería a nosotras,
plena de oscuridad y silencio
al final de cada día, y agotadas
cerramos los ojos, incapaces
de vigilarnos mas la una a la
otra;
la bestia
se acurrucó a mi lado y dijo,
También dormida ansío devorarte.
Supimos al fin ambas
que éramos animales
y que de ese modo irreparable
nos necesitaríamos.