El hombre paciente entra y busca en las estanterías de los libros malvendidos-bienpagados de la Tienda de Objetos Olvidados el Tratado de olivas de mar. El único ejemplar del poemario Tratado de olivas de mar existente sobre la faz de la Tierra.
Lo acaricia, lo huele, lo esconde entre la marabunta de libros para cuidar más su olvido.
El hombre paciente ejercita su rutina
cada mañana
cada tarde incluso
durante los siete días siguientes al hallazgo.
El hombre paciente espera impaciente esta tarde en la que ella –blanca y jugosa como fruta picada- le acompaña hasta la estantería de los libros malvendidos-bienpagados que custodian el último ejemplar malvendido-bienpagado del Tratado de olivas de mar existente sobre la faz de la Tierra.
El Universo gravita en una pequeña losa donde caben los pies encontrados de ella y de él.
- Cierra los ojos. Ciérralos y extiende tus manos.
Cae vencida. Húmeda. Re-húmeda
al mar de los desastres.
El hombre paciente ahora impaciente rebusca su tesoro en la estantería. Lo entrega. Lo despega de su vida. Se deshabita de él.
Posa sus labios sobre la mejilla de ella y dice un poema escrito con letras de aire,
solo aire
y al final, como acabando, un trozo de mar.
Mar y aire.
Para el mundo, gravitatorio y denso en la Tienda de los Objetos Olvidados de Ciudad Fragilidad mientras los enamorados envenenados sellan el pacto férreo que los ata para siempre a la única belleza que conocen,
el veneno de un poema.
Así fue como ocurrió la noche de bodas más linda de Ciudad Fragilidad. Así de virginal y así de apasionada.
Hola Vega:
ResponderEliminar¿se puede sabr a quién has dedicado este relato-poema?
Es precioso.
En encantaría que algún día alguien escribiera algo así para mí.
Un saludo
Es brillante. Como la brisa marina en verano, tan llena de luz, tan libre. Bailando las palabras haces la música. Y esa música nos envuelve, nos acaricia, y nos conmueve.
ResponderEliminarOjalá siempre haya un libro secreto y escondido que sirva de llave para una noche de bodas.