miércoles, 15 de febrero de 2017

CAMBIO DE TEMPORADA


Observo la montaña de camisetas que dejé esta mañana dispuestas
sobre tu cama para sustituir los jerséis aún colgados del ropero, y pienso
en las libélulas; en la vida anfibia de las libélulas.
En su infancia, como larvas, inmersas
en un medio acuático, cambiando la camisa una y otra vez,
hasta llegar a la última, la más grande de todas: la exuvia.
La larva abandona su última muda, sale del agua y
extiende por vez primera sus alas. Emergencia.
Este hecho se conoce así: Emergencia.
Y es extraordinario que un animal
que hasta ese momento ha vivido en el agua:
respirando en ella y cazando animales acuáticos pase,
en cuestión de minutos, a respirar en el aire,
cazar presas que jamás ha visto y volar con una destreza
que no es comparable a ninguna otra especie animal. 

Mientras apilo las camisetas que guardé al final del pasado verano
y que éste ya no usarás, pienso en las libélulas y su truncada vida anfibia.
Catástrofe. Este hecho se conoce así.
Sucede en cuestión de días.
La madre dobla cuidadosamente la exuvia mientras el cachorro
muda la voz, arremete contra presas que jamás había visto
y vuela por el cuarto con una destreza
que ninguno de los dos alcanzó prever.